
La investigación científica no puede dar la espalda a los nuevos hábitos de consumo de la información. En este nuevo escenario donde está disminuyendo de manera generalizada la capacidad de atención, las nuevas generaciones utilizan cada vez con más frecuencia el vídeo como herramienta clave para el acceso al conocimiento.
En este sentido, parece oportuno, por parte de las revistas científicas, facilitar el uso del vídeo como forma alternativa de comunicación científica1, incorporándolo, de alguna manera, a las investigaciones publicadas.
La utilización de este tipo de recurso audiovisual puede contribuir positivamente a la mejora de la comunicación científica. Prueba de ello es el uso del vídeo, más o menos generalizado, en revistas de ámbito internacional editadas por las principales editoriales académicas (Elsevier, Springer, Wiley-Blackwell, Taylor & Francis, Sage), como por ejemplo The Lancet2 o The New England Journal of Medicine3.
Varias son las posibilidades que ofrece la incorporación del vídeo en el espacio editorial en salud pública y administración sanitaria. Desde el vídeo como material de apoyo a un artículo científico hasta el vídeo artículo, pasando por el camino intermedio y, al parecer, más extendido, como es el caso del vídeo resumen (video abstract)…