
Si elimináramos todo lo que hemos aprendido con la investigación para la salud, muy probablemente perderíamos una buena parte de las ganancias en salud que hacen que la esperanza de vida en Latinoamérica y el Caribe se acerque a los 78,5 años, y esta estaría más próxima posiblemente a los 29 años que se tenían a inicios del siglo xx1. El Canal de Panamá con su monumental impacto en el comercio mundial desaparecería, los colegios se llenarían de puestos libres que dejarían los niños con poliomielitis, enfermedades en las que ya no pensamos harían de las tragedias familiares un evento común, y los procedimientos anestésicos y quirúrgicos tendrían mortalidades y secuelas catastróficas.