Es viernes por la tarde y abrimos la nevera esperando encontrar algo que mate el gusanillo de dulce presente después de una larga semana. El panorama que encontramos es algo desolador: Un par de huevos, una lechuga algo pasada y medio limón. ¡Vaya! Toca ir al supermercado. Cogemos algo de dinero y nuestra chaqueta; y poco más de media hora después, tenemos en nuestra cesta todo lo que hemos determinado suficiente para afrontar una nueva semana: Más huevos, pescado, legumbres y el ansiado dulce que queríamos hace un rato.
Pero no podemos olvidar que lo que tan fácil parece en nuestro contexto, en otro tiempo o incluso otros países roza lo imposible: En nuestra sociedad, acceder a una dieta equilibrada y sin carencias de nutrientes no nos supone un gran reto, siempre que dispongamos de los medios económicos necesarios.
¿QUÉ ES EL YODO?
Aunque no para todo el mundo es tan fácil: Según UNICEF, la carencia de yodo es aún la mayor causa de parálisis cerebral y retraso mental evitable en el mundo, además de otras enfermedades más específicas como el cretinismo o el bocio; ya que se trata de un elemento clave para la producción de hormonas tiroideas.
Habitualmente, el yodo se encuentra en mayores cantidades en alimentos provenientes del mar: pescado, algas marinas o la propia agua, lo cual hace que se esté en especial riesgo de carencia si se vive lejos de éste, a gran altura o tengamos una capacidad adquisitiva insuficiente para hacernos con esa clase de productos.
UNA IDEA INNOVADORA
Es esto por lo que se ha llevado a cabo la yodación de la sal: Se trata de un alimento consumido ampliamente por prácticamente la totalidad de la población y con un precio realmente accesible, características necesarias para un correcto vehículo.
La idea de la yodación de la sal se remonta a 1831, cuando el químico francés Jean-Baptiste Boussingault aportó la idea, aunque no se tuvo en cuenta por lo médicos de la época. No fue hasta la década de los años 20 que la sal yodada fue introducida en Estados Unidos y algunos países de Europa, con resultados excepcionalmente positivos y prometedores.
De igual manera, la cantidad de yodo que debe estar presente en la sal debe estar regulada por organismos competentes y se deben hacer controles de calidad periódicos, tanto con el fin de mantener una correcta seguridad alimentaria como para evitar retrocesos en los avances conseguidos.
Incluso hay gobiernos, como el de Paraguay, que ha difundido métodos caseros para comprobar si nuestra sal verdaderamente está yodada, ya que a simple vista resulta prácticamente imposible. Y, en caso de no estarlo, nos invitan a denunciar su comercialización a las autoridades competentes.
RESULTADOS ACTUALES
Esta medida ha sido uno de los mayores hitos de Salud Pública del último siglo: Ha hecho que la gran mayoría de la población no necesite ningún aporte extra de yodo que el aportado por su dieta y el consumo de sal yodada. Diferente es el caso de las mujeres durante el embarazo, que tienen un requerimiento mayor al estarse formando el tubo neural y sistema nervioso del futuro bebé y la lactancia, al ser la etapa más importante del desarrollo y por tanto, con mayores requerimientos.
En países como Costa Rica, se ha comprobado como la yodación de la sal contribuyó a que la ingesta de este mineral por la población general incrementara bastante y en menos de una década, el cretinismo dejó de ser uno de los principales problemas de salud del país. Incluso, al ver el éxito que trajo la introducción de yodo en la sal, se introdujeron políticas para añadir también flúor a ésta y así disminuir la tasa de caries dental presente en ese entonces, la cual fue una medida también exitosa.
Aun así, estamos mucho más lejos de nuestro objetivo de lo que parece, ya que hay muchos países que todavía no han implementado esta política de forma efectiva: Gran cantidad de lugares no cumplen los requisitos de la OMS/UNICEF/ICCIDD sobre la erradicación de la deficiencia de yodo, que incluyen que menos de un 5% de escolares tengan bocio endémico o que menos del 50% de la población presenten una yodura inferior a 100 µg/l. Así, aunque el futuro parezca prometedor en cuando a acabar con la falta de yodo, aún queda mucho camino por recorrer.
Ya es casi de noche y nos entra de nuevo el hambre. Con la nevera llena, es mucho más fácil organizar un buen menú, por lo que decidimos preparar un revuelto de verduras variadas. De forma casi inconsciente, echamos sal a nuestro plato, sin imaginarnos toda la historia que se esconde detrás de un simple salero.
Cuando iba al instituto nos pusieron en clase el documental de Luis Buñuel titulado «Las Hurdes – Tierra sin pan», en el que se da a conocer el grave problema que se sufrió en esta región española en relación al cretinismo, dejando claro que hasta hace poco a nosotros también nos afectaba muy de cerca. Después de ver aquellas imágenes, comparto tu opinión sobre la importancia de este hito y creo que se trata de una medida de las que hay que expandir a toda la población mundial. Y no sólo el hecho de llevar la sal yodada, sino obviamente perseguir el ideal de que todo el mundo pueda acceder a una alimentación de calidad. Tengo entendido que en algunos países se ha intentado realizar solucionar este déficit mediante la yodación del agua, lo que a primera vista podría parecer más sencillo, pero resulta mucho más difícil mantener los límites adecuados de yodo.
Sofía, coincido contigo en que la yodación de la sal es uno de los grandes hitos de la Salud Pública. Fue una idea innovadora que trajo grandes beneficios a muchísimas personas, y puede parecer una idea sencilla pero es magnífica. ¡Boussingault fue todo un visionario! Me encanta el título porque así es, creo que mucha gente ni se puede imaginar que previenen enfermedades al coger el salero (leemos «sal yodada» en el paquete, pero no todos entienden por qué hay yodo ahí).
Ojalá que esta medida llegue a todos los países del mundo porque es un clarísimo ejemplo de cómo podemos hacer mucho con tan poco.
Tan cerca que no puedes verlo…
Nos hemos pasado un buen rato buscando un hito de la Salud Pública por internet y lo teníamos ahí delante, el salero!!! Dicen que lo obvio suele pasar desapercibido pero para tí no, has estado muy rápida y atenta.
Con la primera frase ya me has enganchado. Mi nevera por dentro también está desoladora. Lo de la lechuga medio pasada, el medio limón y el par de huevos suele ser lo habitual a final de semana. Después de reflexionar sobre la necesidad de llenar el frigorífico de productos saludables he seguido leyendo con mucha atención tu artículo sobre el yodo.
Una historia muy interesante. Ese químico francés que levanta la mano con una idea innovadora: vamos a yodar la sal chicos y sus compañeros médicos que no que no… Menos mal que llegaron los felices años 20 y ahora sí, sal yodada para todos (por aquel entonces «todos» eran EEUU y algunos países europeos).
¿Cómo saber si mi sal está yodada? Apunto el experimento casero paraguayo de la patata, la sal y el limón para hacerlo en casa. Me faltan las patatas a día de hoy pero prometo llevarlo a cabo.
Muchas gracias por tu artículo Sofía. Una introducción muy «salada» por cierto
Indiscutible que la yodación de la sal ha sido uno de los logros más importantes en Salud Pública.
Muy muy buena elección.
Casi cien años para que se adoptara esa magnífica idea de introducir el yodo en la dieta para cubrir la carencia de éste a nivel poblacional. Pareciera algo tan sencillo y fácil, trato de ponerme en los zapatos de los profesionales de la época y pienso. ¿Cómo promover la salud a través del yodo, cómo convencer a las personas de la época de que un metal es tan importantísimo en su dieta? La gente pensando, ¿Yodo, y eso qué es, y por qué lo quieren poner en la sal?, ¡Huy no, yo no voy a comer esa sal con yodo, quieren experimentar con nosotros¡ Más o menos llego a entender cómo es que se pudo tardar tanto tiempo en volver, la yodación de la sal, una herramienta de promoción, protección, y conservación de salud, menudo hito de salud pública¡ Aprovecho para contarte que fue el Dr. Fierro un Endocrinólogo ecuatoriano quien a la luz de estos conocimientos científicos que nos relatas, logró instaurar políticas de protección de la salud en mi país para conseguir que la sal también fuera yodada, cuando nacimos las nuevas generaciones prácticamente el bocio endémico en la capital del Ecuador ya había desaparecido, y nuestros abuelos contaban la historia de los “Cotos” para referirse al Bocio que padecía la gran mayoría de gente de la sierra de mi país.
Sofía gracias por tan bonita novela.