La buena heroína inglesa

HISTORIA: La prescripción de heroína en el Reino Unido, como tratamiento de la adicción a los opiáceos, se inserta en el contexto del denominado “British System”.

· En el año 1926, el informe del Rolleston Committee estableció el derecho de los médicos de prescribir opioides a personas dependientes de éstos.

· A finales de la década del 50 y comienzos de los 60, se incrementó el número de jóvenes adictos, fomentado en parte por la prescripción de heroína como tratamiento de la adicción a usuarios de corta edad, derivando en muchos casos en un crecimiento del mercado negro.

· En 1965 surge un nuevo informe que introduce limitaciones y controles a la prescripción de heroína, siendo a partir de entonces necesario obtener una licencia especial para ello.

· En 1976 se realiza un estudio controlado y aleatorizado en Londres, donde se compara la prescripción de heroína y la de metadona oral. Este estudio se realizó en una época en la que el tratamiento de mantenimiento con metadona era la novedad, y el consumo de heroína recién comenzaba a extenderse. Por otro lado, los grupos comparativos, además de tener un número de participantes relativamente pequeño, estaban formados por jóvenes que se inyectaban la heroína, siendo que la metadona era tomada por vía oral.

· A finales de los 70 el sistema británico se encontró sobrecargado, dado el surgimiento de un gran número de nuevos adictos.

· Así, en las últimas décadas, se ha prescripto heroína sólo a un número muy bajo de usuarios, probablemente entre el 1 y 2 por ciento del total de personas que han ingresado a tratamientos por su adicción. Lamentablemente en el Reino Unido muy poco se ha escrito sobre la práctica clínica actual con prescripción de heroína, no contando con resultados documentados, o evaluaciones científicas sistemáticas.

· Hace 10 años, había aproximadamente 320 (menos del 2% de todas las prescripciones de opiáceos) personas recibían heroína bajo prescripción médica. Los médicos exponían no haber iniciado un tratamiento apoyado en la heroína desde hace años, y que sus pacientes eran personas de alrededor de 40 años, con problemas de salud, a lo que se les proporcionaba una dosis diaria que variaba entre 10 y 300 mg. En general prescribían la heroína a pacientes de más de 30 años de edad, con un largo historial de adicción por vía intravenosa, y sólo si habían fracasado otros tratamientos. El tratamiento con heroína continúa en tanto exista un mínimo de adherencia al mismo por parte del usuario, y que sea posible un seguimiento de este paciente. En general el tratamiento con heroína se combina con una dosis de metadona oral, a fin de minimizar los malestares de la abstinencia entre las dosis de

RECIENTEMENTE: Un artículo publicado en la revista ‘The Lancet’, nos cuenta las bonanzas de un estudio realizado por varios especialistas del Instituto de Psiquiatría del del Kings College London (Reino Unido) que reclutaron a un grupo determinado de enfermos crónicos adictos a la heroína: aquellos que llevaban recibiendo un tratamiento con metadona oral desde, al menos, 26 semanas y que, sin embargo, continuaban inyectándose heroína en la calle con cierta regularidad.

En total, participaron 127 personas. De éstas, 42 comenzaron a tratarse con metadona inyectada, 43 con heroína inyectada y otros 42 con metadona oral. Todos se sometieron al método que se les había asignado durante un periodo de 26 semanas. Al cabo de este tiempo, los investigadores observaron resultados muy positivos en todos los casos, especialmente entre los pacientes con heroína inyectada, cuya adherencia al tratamiento era de un 88%. Este porcentaje se reducía al 81% en el grupo con metadona inyectada y al 69% entre aquellos que recibían la metadona oral.

Según demuestra la investigación británica, los pacientes tratados con heroína inyectada fueron los que más redujeron las inyecciones en la calle (en un 66%), seguidos de la metadona inyectable (30%) y la metadona oral (19%). Y la diferencia comienza a notarse a las seis semanas.

El objetivo de los expertos es que la heroína inyectada se utilice como segundo tratamiento de elección en aquellos que no respondan a otros tratamientos

El problema es que «la historia y la realidad actual nos ha demostrado que la prescripción de la heroína inyectada como tratamiento no depende tanto de los ensayos que confirmen su efectividad y seguridad, sino de intereses políticos».

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