Hace unos años, estuvimos un tiempo entrando en una cárcel para ver que decían y pensaban los reclusos acerca de la salud, las drogas, el uso de servicios sanitarios,….
Utilizamos un cuestionario, con campaña previa para estimular la respuesta y luego hicimos grupos y entrevistas para poder conocer algo más en profundidad la situación.
- El 90,4% de los reclusos eran varones y el 9,6% mujeres, con una edad media de 32,19 años.
- El 72% de los internos consideraban que su salud era buena o muy buena, frente al 27,5% que consideraron su salud como regular, mala o muy mala. Respecto al año anterior, el 24,7% de los internos consideraban que su salud había empeorado.
- Un tercio de los reclusos (32,7%) declaró visitar al médico una o más veces al mes, mientras que el resto lo hacía con menor frecuencia. Los motivos de consulta más frecuentes fueron cuadros agudos o revisiones de sus enfermedades crónicas. La especialidad médica más solicitada fue Salud Mental, que representó un 6,4% de todas las consultas.
- El 43,1% de los internos declaró tener alguna enfermedad crónica: el 19,1% VIH, el 18,2% hepatitis C, el 1,1% hepatitis B, el 4,4% “hepatitis” sin poder dar más datos, el 2,7% tuberculosis, el 1,6% un trastorno mental y el 8,7% otra enfermedad crónica.
- Casi la mitad de los internos (40,9%) declaró tomar algún medicamento.
Los factores asociados a tener peor salud fueron:ser adulto, tener una enfermedad crónica, tomar algún fármaco, tener VIH y tener más de dos parejas sexuales desde que están en prisión.
Los factores asociados a una mayor utilización de servicios sanitarios fueron: llevar dos años o menos en prisión y tomar algún fármaco.
Los principales problemas de salud en la prisión eran: la atención sanitaria que reciben, el VIH/sida, la falta de higiene, la deficiente alimentación y la tuberculosis. Para que la prisión fuera más saludable, los internos proponían: realizar más talleres ocupacionales y actividades socioculturales, mejorar el trato por parte de los funcionarios, mejorar la alimentación y la atención médica.
En resumen: el estado de salud percibido por los reclusos de la cárcel es peor que el de la población general. Se sugiere la necesidad de prestar más atención a determinados aspectos como la calidad de la atención sanitaria prestada en las prisiones, el estado de drogodependencia de los presos a su llegada, la posibilidad de incorporar especialistas en Salud Mental a las prisiones y especialmente a las demandas formuladas por los presos.